A raíz de las inquietudes que han surgido sobre la economía mundial a consecuencia de la pandemia del COVID-19, el representante de la FAO en el país, Carmelo Gallardo, escribió un análisis sobre las posibilidades de contar con suficientes alimentos para enfrentar la situación de crisis que aqueja al país, a la vez que ofreció las recomendaciones de la institución.

Plantea que los alimentos que componen el mayor porcentaje de la dieta actual, como el arroz, el maíz y el trigo, tienen perspectivas de cosechas positivas; mientras que las frutas, verduras y legumbres podrían ser los primeros afectados por la naturaleza compleja de sus cadenas de distribución, almacenamiento y conservación.

A pesar de esto, dice que República Dominicana tiene la ventaja de que los alimentos de la canasta básica son producidos en el país.

El artículo íntegro:

¿Va a faltar comida en nuestra mesa?

Carmelo Gallardo, Representante de FAO en República Dominicana

El camino que siguen los alimentos para llegar del campo hasta nuestras mesas involucra a una extensa red de actores y conexiones: productores, proveedores de insumos agrícolas, procesamiento de alimentos, almacenamiento, transporte, distribución y puesta a disposición del consumidor en los puntos de venta.

Esa extensa red que garantiza nuestro abastecimiento alimentario afronta una mayor complejidad en nuestros días, a medida que van aumentando los casos de contagio por el virus COVID-19 y los Gobiernos toman acciones más restrictivas para contener su propagación y salvaguardar la salud de sus ciudadanos. Esto ha llevado a muchas personas a preocuparse y preguntarse si va a faltar comida en nuestras mesas.

Permítanme compartir un análisis global del tema, basado en datos y documentos de la FAO, ampliado con elementos de coyuntura nacional.

Ante esta cuestión, es importante destacar que hasta el momento, a nivel mundial, las interrupciones en el suministro de alimentos han sido mínimas y muy puntuales, ya que el  funcionamiento de los mercados se ha mantenido relativamente estable. Los stocks  globales de cereales están en uno de los niveles más altos de la última década, lo cual es un dato relevante si tenemos en cuenta que el 60% de las calorías que componen la dieta actual provienen de un grupo reducido de alimentos, entre los que se encuentran los cereales  -incluyendo el arroz, el maíz y el trigo- junto a los aceites y los tubérculos.  Las perspectivas de cosecha en estos productos también son positivas para los próximos meses, por lo que no se esperarían alzas de precios de los principales  productos básicos, donde hay oferta y produccion en marcha.

Por el contrario, los grupos de alimentos de mayor valor nutricional y considerados perecederos, como las frutas y verduras y, en menor medida, las legumbres, podrían ser los primeros afectados por la propia naturaleza más compleja de sus cadenas de distribucción, almacenamiento y conservación. En República Dominicana tenemos la ventaja de que la mayoría de los alimentos de la canasta básica son producidos en el país.

Otro punto fundamental a tener en cuenta, desde el punto de vista de la oferta, es el impacto en la salud de los agricultores y trabajadores de toda la cadena alimentaria que podría tener una mayor propagación del COVID-19, lo cual podría alterar el flujo de suministro en los próximos tres meses, meses que son determinantes para luchar contra el virus. Lo anterior podrá agravarse por eventuales restricciones de circulación y paso de fronteras, cuarentenas de productos o interrupciones temporales puntuales del comercio global e intrarregional, resultado de las medidas sanitarias.

En nuestro país contamos en este sentido con otra “ventaja”, pero debemos mantener el esfuerzo público y privado del control de la pandemia, que está más focalizada en las grandes ciudades. Reduzcamos las cifras urbanas, evitemos su propagación a las comunidades rurales.

Tampoco hay que descuidar otras amenazas sanitarias actuales que enfrentan los sistemas agropecuarios y los Ministerios de Agricultura a nivel global y que podrían afectar a los precios. Es el caso de la plaga del Fusarium Raza 4 Tropical, que afecta a las musáceas (plátanos y banano, incluyendo la variedad Cavendish) y que ya está presente en América Latina, en una región de Colombia, y la Peste Porcina Africana, una enfermedad que ha afectado al 40% del sector porcino chino y ha provocado el aumento del precio de la carne de cerdo y res en muchos países.

Desde el punto de vista de la  demanda, ésta podría verse afectada por la incertidumbre del consumidor, que tratará de adoptar una actitud previsora, en sus esfuerzos de contención del virus, pero también con una capacidad de gasto que podrá verse afectada por la paralización de muchas actividades económicas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) brinda asistencia técnica a 193 países en el mundo, y las recomendaciones para todos ante esta situación son las mismas.

En primer lugar, se sugiere fortalecer los sistemas de protección social para mitigar el impacto de la crisis en la población más vulnerable, ya sea garantizando la alimentación escolar por distintas alternativas, con programas de transferencia condicionada, reforzar los bancos de alimentos, atención especial a los desempleados o empleados informales, etc.

En este sentido, son muy pertinentes y bienvenidas las medidas anunciadas el miércoles 25 de marzo por el Presidente Medina, asegurando el acceso a los alimentos a los que ya son vulnerables (Plan social de la Presidencia, alimentación escolar, niños de 0 a 5 años, comedores económicos) y a los que van a retroceder en su poder adquisitivo por la crisis, aumentando el componente “Comer es primero” y asistiendo a las empresas para completar al menos el 70% del salario de los empleados formales para ayudar a preservar el empleo.

En segundo lugar, se recomienda evitar medidas que afecten al funcionamiento y trazabilidad del mercado global de alimentos, una lección aprendida de los efectos que causaron las medidas tomadas por algunos países en el mercado de arroz y que generaron una inflación global en un grupo de cereales.

En tercer lugar, se sugiere tomar en cuenta las medidas necesarias para la circulación de personal en sectores clave y buscar mecanismos seguros para los procesos de cosecha y transporte de los alimentos. En República Dominicana, el decreto 136 del pasado 23 de marzo permite el movimiento durante el horario del toque de queda de las “personas que laboran en la industria y el comercio de alimentos”.

En cuarto lugar, se resalta la importancia de evitar la práctica de almacenamiento excesivo de alimentos, ya que muchos de ellos podrán resultar en pérdidas y desperdicios en los próximos meses, además de no ser una medida que ayude al normal flujo de consumo de las familias.

En quinto lugar, también se recomienda realizar ajustes en las políticas comerciales e impositivas nacionales, que pueden promover un mejor funcionamiento del comercio alimentario en los mercados nacionales, regionales y globales.

En República Dominicana, es importante considerar el consumo local de algunas frutas y vegetales destinadas a la exportación, así como garantizar la protección de los trabajadores involucrados, ya que el mercado de exportación está siendo muy afectado.

Por último, destacar que el mercado global de alimentos no es inmune al impacto en otras áreas de la economía, con una reducción de las previsiones de crecimiento global del 2,9% al 2,4% en 2020, según Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). A eso se suman los efectos de la fuerte desvalorización de muchas monedas en relación al dólar estadounidense, que inevitablemente afectará a los países que son más dependientes de las importaciones.

Como ven, el desafío del sistema alimentario en este contexto es grande por la multiplicidad de actores y variables que intervienen. Por ello,una articulación entre los Gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y los organismos internacionales va ser determinante para ofrecer respuestas en todos estos frentes y garantizar que los alimentos sigan llegando a nuestras mesas mientras dure la batalla contra el coronavirus.

Fuente: Acento[:en]

 Following the concerns that have arisen about the world’s economy as a result of the COVID-19 pandemic, the FAO representative in the country, Carmelo Gallardo, wrote an analysis of the possibilities of having enough food to face the crisis situation that afflicts the country, while offering the institution’s recommendations.

He argues that the foods that make up the largest percentage of the current diet, such as rice, corn and wheat, have positive crop prospects; while fruits, vegetables and legumes could be the first to be affected by the complex nature of their distribution, storage and conservation chains.

Despite this, he says that the Dominican Republic has the advantage that the food from the basic basket is produced in the country.

The full article:

Will food be missing from our tables?

Carmelo Gallardo, FAO Representative in the Dominican Republic

The path that followsfor the food to get from the field to our tables involves an extensive network of actors and connections: producers, suppliers of agricultural inputs, food processing, storage, transportation, distribution and making it available for the consumer at points of sale.

This extensive network that guarantees our food supply faces greater complexity today, as cases of contagion by the COVID-19 virus increases and the governments takes more restrictive actions to contain its spread and safeguard the health of its citizens. This has led many people to worry and wonder if food is going to be missing from our tables.

Let me share a global analysis of the subject, based on FAO data and documents, expanded with elements of the national situation.

Faced with this issue, it is important to highlight that up to now, worldwide, the interruptions in the food supply have been minimal and very punctual, since the functioning of the markets has remained relatively stable. Global cereal stocks are at one of the highest levels in the last decade, which is a relevant fact considering that 60% of the calories that make up the current diet come from a reduced group of foods, among the cereals – including rice, corn, and wheat – are found alongside oils and tubers. The harvest prospects for these products are also positive for the upcoming months, so price increase for main basic products, where supply and production are ongoing, would not be expected.

Contrariwise, food groups of higher nutritional value and considered perishable, such as fruits and vegetables and, to a lesser extent, legumes, could be the first affected by the very complex nature of their distribution, storage and conservation chains.In the Dominican Republic we have the advantage that most of the food in the basic basket are produced in the country.

Another fundamental point to consider, from the point of view of supply, is the impact on the health of farmers and workers throughout the food chain that could have a greater spread of COVID-19, which could alter the flow supply in the next three months, months that are decisive to fight the virus. The foregoing may be aggravated by eventual restrictions on the movement and crossing of borders, product quarantines or punctual temporary interruptions of global and intraregional trade, as a result of sanitary measures.

In our country we have another “advantage” in this regard, but we must maintain the public and private effort to control the pandemic, which is more focused on large cities. Let us reduce urban numbers, avoiding their spread to rural communities.

Nor should we neglect other current health threats faced by the agricultural system and Ministries of Agriculture at a global level and that could affect prices. This is the case of the Fusarium Race 4 Tropical pest, which affects musaceae (plantains and bananas, including the Cavendish variety) and which is already present in Latin America, in a region of Colombia, and the African Swine Fever, a disease that has affected 40% of the Chinese pig sector and has caused an increase in the price of pork and beef in many countries.

From the point of view of demand, it could be affected by the consumers uncertainty, which will try to adopt a proactive attitude in its efforts to contain the virus, but also with the spending capacity that may be affected by the paralysis of many economic activities.

The Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO) provides technical assistance to 193 countries in the world, and the recommendations for all in this situation are the same.

Firstly, it is suggested to strengthen the social protection systems in order to mitigate the impact of the crisis on the most vulnerable population, either by guaranteeing school feeding through different alternatives, with conditional transfer programs, strengthening food banks, paying special attention to the unemployed or informal employees, etc.

In this sense, the measures announced on Wednesday March 25 by President Medina are very pertinent and welcome, ensuring access to food for those who are already vulnerable (Social Plan of the Presidency, school feeding, children from 0 to 5 years old , soup kitchens) and those who are going to fall back in their purchasing power due to the crisis, increasing the “Eating first” component and assisting companies to complete at least 70% of the salary of formal employees to help preserve employment .

Secondly, it is recommended to avoid measures that affect the functioning and traceability of the global food market, a lesson learned from the effects caused by the measures taken by some countries in the rice market and which generated global inflation in a group of cereals.

Third, it is suggested to consider the necessary measures for the movement of personnel in key sectors and to apply for safe mechanisms for the food harvesting and transportation processes. In the Dominican Republic, Decree 136 of last March 23 allows the movement during the curfew of «people who work in the food industry and trade.»

Fourth, the importance of avoiding the practice of excessive food storage is highlighted, since many of them may result in losses and waste in the coming months, in addition to not being a measure that helps the normal flow of consumption of families.

Fifth, it is also recommended to adjustthe national trade and tax policies, which can promote a better functioning of the food trade in national, regional and global markets.

In the Dominican Republic, it is important to consider the local consumption of some fruits and vegetables destined for export, as well as guaranteeing the protection of the workers involved, since the export market is being severely affected.

Finally, it should be noted that the global food market is not immune to the impact in other areas of the economy, with a reduction in global growth forecasts from 2.9% to 2.4% in 2020, according to the Organization for Cooperation and Economic Development (OECD). Added to this are the effects of the strong devaluation of many currencies in relation to the US dollar, which will inevitably affect the countries that are more dependent on imports.

As you can see, the challenge of the food system in this context is great due to the multiplicity of actors and variables that intervene. For this reason, an articulation between governments, the private sector, civil society and international organizations will be decisive in offering answers on all these fronts and ensuring that food continues to arrive to our tables during battle against the coronavirus.

Source: Acento

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