En los últimos días se ha planteado someter el tema de las tres causales a un referendo. Con ello se pretende romper el impasse de décadas en torno al tema, poniendo a los ciudadanos a decidir al respecto.
Independientemente de la posición que se tenga sobre las tres causales, este estado de cosas obliga a examinar si un referendo es la vía constitucionalmente adecuada para hacerlo.
Para ello es necesario que veamos el sustento constitucional de la figura.
De nada sirve entrar en lo que mande la ley puesto que esta aún no existe y porque, cuando entre en vigor, estará sujeta igualmente a lo dispuesto por la Constitución.
En pocas palabras, los referendos son mecanismos mediante los cuales la ciudadanía tiene el derecho de decidir directamente temas de importancia para el gobierno de la nación. Este derecho ciudadano fue incorporado a nuestro ordenamiento constitucional mediante el artículo 22.2 de la reforma de 2010, que reconoce el derecho ciudadano de “decidir sobre los asuntos que se les propongan mediante referendo”.
Por lo anterior, los referendos son considerados mecanismos de democracia directa, mediante los cuales los ciudadanos toman decisiones que ordinariamente descansarían en la voluntad de los poderes constituidos.
Existen tres tipos de consultas directas previstas en la Constitución: el referendo consultivo (art. 210 CRD), el referendo aprobatorio (art. 272 CRD), y el referendo local (art. 203 CRD). El aprobatorio se produce luego de una reforma constitucional que afecte ciertos puntos constitucionalmente previstos, y el tercero no es nacional, sino relativo al gobierno de los municipios. De tal forma que el tipo de consulta que nos interesa es el referendo consultivo del artículo 210 CRD.
Este artículo dice tres cosas: que la consulta estará sometida a la ley, que no puede tratar sobre la aprobación ni revocación de mandato, y que para ser celebrada se requiere aprobación congresual.
Estas clarificaciones son muy importantes, pero no suficientes para ayudarnos a entender la naturaleza de los referendos. Para eso hay que ver el artículo 210 en su contexto, que se encuentra en el Capítulo I del Título X de la Constitución sobre las asambleas electorales.
Esto es relevante porque en el sistema constitucional dominicano dichas asambleas son una autoridad constituida, que tiene la función de escoger a los gobernantes y cuyo funcionamiento depende de la propia Constitución y de las leyes. Es decir, no son soberanas ni constituyentes, sino que, al estar constituidas en la Carta Magna, se encuentran limitadas por ésta en su capacidad de decisión.
Debe tomarse en cuenta que una democracia tiene dos dimensiones, la formal y la material. Ambas son esenciales para el concepto contemporáneo de democracia constitucional. La dimensión formal se cumple mediante el procedimiento: que todos los ciudadanos tengan la oportunidad de participar en la toma de la decisión en condiciones de equidad. Pero la material es más compleja, porque atiende al fondo de la decisión.
La dimensión material de las democracias constitucionales impide a las mayorías usar los mecanismos electorales para eliminar los derechos de las minorías.
Esa es la paradoja de la democracia: si se permite que las mayorías usen el voto para anular a las minorías, deja entonces de ser democracia. Es lo que distingue la democracia constitucional del simple mayoritarianismo.
En las democracias constitucionales contemporáneas, incluyendo la dominicana, los derechos fundamentales son un eje esencial del sistema jurídico y político. Los poderes y autoridades constituidos pueden regular su ejercicio, mas no hacerlos desaparecer. Las decisiones que se tomen, para ser consideradas constitucionalmente admisibles, tienen que respetar tanto la dimensión material como la formal de la democracia.
Por ejemplo, no podría catalogarse de democrática una decisión mediante la cual una minoría de ciudadanos sea despojada de sus derechos, o que impida a una minoría religiosa ejercer los suyos.
Es por esto por lo que los derechos fundamentales son el obstáculo insalvable para todos los poderes o autoridades constituidos, incluidas las asambleas electorales.
Lo anterior obliga a concluir que no es posible usar un referendo consultivo como el previsto en el artículo 210 constitucional para eliminar los derechos de la mujer gestante. Sus derechos como persona no pueden ser objeto de anulación mayoritaria.
Fuente: Periódico El Dia[:en]In recent days, it has been proposed to submit the issue of the three causes to a referendum. This is intended to break the decades-long impasse around the issue, making citizens decide about it.
Regardless of the position, one has on the three grounds, this state of affairs forces us to examine whether a referendum is a constitutionally adequate way to do so.
For this, it is necessary that we see the constitutional support of the figure.
It is useless to enter into what the law mandates since it does not yet exist and because, when it enters into force, it will also be subject to the provisions of the Constitution.
In short, referendums are mechanisms by which citizens have the right to directly decide issues of importance to the government of the nation. This citizen right was incorporated into our constitutional system through article 22.2 of the 2010 reform, which recognizes the citizen’s right to “decide on matters that are proposed to them by referendum”.
Therefore, referendums are considered mechanisms of direct democracy, through which citizens make decisions that would ordinarily rest on the will of the constituted powers.
There are three types of direct consultations provided for in the Constitution: the consultative referendum (art. 210 CRD), the approval referendum (art. 272 CRD), and the local referendum (art. 203 CRD). The approval is produced after a constitutional reform that affects certain constitutionally foreseen points, and the third is not national, but relative to the government of the municipalities. In such a way that the type of consultation that interests us is the consultative referendum of article 210 CRD.
This article says three things: that the consultation will be subject to the law, that it cannot deal with the approval or revocation of the mandate, and that congressional approval is required to be held.
These clarifications are very important, but not enough to help us understand the nature of referenda. For that, article 210 must be seen in its context, which is found in Chapter I of Title X of the Constitution on electoral assemblies.
This is relevant because in the Dominican constitutional system these assemblies are a constituted authority, which has the function of choosing the rulers and whose operation depends on the Constitution itself and the laws. That is, they are not sovereign or constituent, but, being constituted in the Magna Carta, they are limited by it in their decision-making capacity.
It must be taken into account that democracy has two dimensions, the formal and the material. Both are essential to the contemporary concept of constitutional democracy. The formal dimension is fulfilled through the procedure: that all citizens have the opportunity to participate in decision-making under conditions of equity. But the material is more complex because it attends to the bottom of the decision.
The material dimension of constitutional democracies prevents majorities from using electoral mechanisms to eliminate minority rights.
That is the paradox of democracy: if the majority is allowed to use the vote to annul minorities, then it ceases to be a democracy. It is what distinguishes constitutional democracy from simple majoritarianism.
In contemporary constitutional democracies, including the Dominican one, fundamental rights are an essential axis of the legal and political system. The constituted powers and authorities can regulate their exercise, but not make them disappear. The decisions that are taken, to be considered constitutionally admissible, have to respect both the material and the formal dimensions of democracy.
For example, a decision by which a minority of citizens is stripped of their rights, or which prevents a religious minority from exercising their rights, could not be classified as democratic.
This is why fundamental rights are the insurmountable obstacle for all powers or constituted authorities, including electoral assemblies.
The foregoing forces us to conclude that it is not possible to use a consultative referendum such as the one provided in article 210 of the Constitution to eliminate the rights of pregnant women. Her rights as a person cannot be subject to majority annulment.
Source: El Dia newspaper[:]