Los datos macroeconómicos pintan un cuadro de éxito económico en el país caribeño, pero la pobreza, desigualdad y precariedad que aquejan a Latinoamérica persisten también aquí

Isabella Cota – EL PAIS

Es una pequeña economía, pero tiene grandes ambiciones. República Dominicana pasó de ser un país de renta baja a media más rápido que ninguno de sus pares latinoamericanos y, ahora, quiere alcanzar la renta alta. Para lograrlo, el Gobierno cuenta con que la inversión siga fluyendo al ritmo que lleva hoy, pero eso por sí solo no resuelve los problemas que han demostrado ser los más difíciles, como la pobreza y la desigualdad. Eso requerirá más que promoverse en el extranjero como un país ansioso por hacer negocios.

Durante décadas, el país caribeño ha crecido muy por encima que el promedio de la región, con tasas cercanas al 5%. El año pasado fue una excepción, con un alza en el Producto Interno Bruto (PIB) de 2,4%. La agresiva escalada de las tasas de interés impuesta por el banco central tuvo efecto y bajó la inflación. Como consecuencia, cayó el sector de construcción, uno de los más dinámicos, el cual depende en gran parte del financiamiento. Otras fuentes de divisas e ingresos siguieron al alza: el turismo generó 10.000 millones de dólares, las remesas enviadas por connacionales en el extranjero registraron otros 10.000 millones y las exportaciones sumaron 14.000 millones. La inversión extranjera directa alcanzó un récord de 4.300 millones.

Estos son números mayores para un país tan pequeño. República Dominicana es el décimo segundo país de América Latina en tamaño (medido por población), pero ha escalado hasta convertirse en la novena economía. Según un estimado del Fondo Monetario Internacional, el país ha exhibido la velocidad de convergencia hacia la renta media más alta en los últimos 50 años, por encima de Panamá y Chile.

La clave ha estado en la inversión, dice Pavel Isa, ministro de Economía, Planificación y Desarrollo. Entre 2019 y 2023, la inversión como proporción del PIB pasó de cerca del 24% a 30%, asegura el funcionario. “Ese es el tipo de tasa que nosotros podíamos observar en la época del crecimiento explosivo de las economías del sudeste de Asia y la estamos viendo en República Dominicana”, señala Isa, refiriéndose al crecimiento histórico de países como Singapur.

En República Dominicana, esa inversión ha sido primordialmente privada y la originaria de España destaca. Según el banco central, empresas españolas invirtieron en la construcción y operación de 33.836 habitaciones hoteleras entre 2022 a 2023. Esta cifra supera por mucho la inversión nacional que se situó en 22.753 habitaciones en el mismo periodo. La de Estados Unidos fue de 7.837, México 3.078 e Italia 1.961.

Históricamente agobiado por empresas distribuidoras de electricidad ineficientes dependientes de los hidrocarburos y el carbón, el Gobierno promueve entre empresarios la instalación de energías renovables. Además, el Ministerio de Hacienda trabaja en la emisión de un bono con criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) este año para financiar un proyecto en la gestión del agua. El país alcanzó su máxima calificación crediticia el año pasado, pero aún no obtiene el grado de inversión.

Este año, Dominicana acaparó titulares a nivel mundial al anunciar que llevaría a cabo un programa piloto para reducir la jornada laboral a 4 días por semana, algo poco común entre países con baja productividad. “Queremos experimentar”, dice Isa, “la jornada laboral reducida es un experimento que estamos probando para ver si ayuda a aumentar la productividad. Pudiera no solo ser beneficioso para la empresa, sino también para la gente”.

La historia de éxito de países latinoamericanos como este, que han crecido a tasas altas durante periodos sostenidos ha tomado un giro. Intensas protestas en Chile, Perú y Panamá, las cuales han paralizado al país durante semanas, se digieren en el exterior como una advertencia más o menos así: el crecimiento económico no es suficiente. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), presentado esta semana en Punta Cana en el marco de su Reunión Anual de Gobernadores, muestra que alrededor del 1% de la población más pudiente de República Dominicana controla cerca del 42% de la riqueza total, niveles comparables a El Salvador, Bolivia y Estados Unidos. En los últimos años, los Gobiernos han entendido que la desigualdad de ingresos, la pobreza y la precariedad en la parte informal de la economía no se resuelven simplemente abriendo la puerta a la inversión privada.

“La pobreza monetaria se ha reducido, nos alegramos, pero tenemos todavía una importante proporción de la población percibiendo ingresos insuficientes”, reconoce el funcionario. Bajo esta Administración, se han decretado más de 20 incrementos en el salario mínimo del sector turístico, así como otros incrementos en los salarios generales. “Tenemos la misión, la determinación de continuar reduciendo la proporción de población que vive en condiciones de pobreza, pues no se trata solo de ingreso”, dice. La mitad de la población económicamente activa opera en la informalidad, muchos de ellos en alta precariedad

“A pesar de los significativos avances, tanto económicos y como sociales, que la República Dominicana está logrando, yo creo que los desafíos siguen siendo muy significativos”, concluyó Isa.


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