Por muchos años se consideró ficción afirmar que se podía tener un país dependiendo por completo de energía proveniente de fuentes limpias como el sol, el viento y el agua.

Sin embargo, los hechos apuntan a que, por increíble que parezca, el planteamiento no era absurdo y se multiplican ejemplos y muestras de países como Nicaragua, que en una fecha tan cercana como 2007 tenía una crisis de abastecimiento, pero que en base a medidas efectivas logró el pasado año 2016 que el 52% del consumo eléctrico en su nación provenga de energía renovable. Aunque más impresionante que el logro mencionado, es la meta que se han trazado los nicaragüenses de elevar este porcentaje a un 90% para el 2020.

Por otro lado, Costa Rica, que es un país que conserva un régimen estatista en cuanto al tema energético, se ha convertido en otro paradigma y al final del 2016 logró que cerca del 90% de la generación no dependiera de plantas movidas por hidrocarburos. En dicho país, alrededor del 74% de la matriz energética procede de hidroeléctricas (en su mayoría estatales) y el resto proviene de energía eólica, solar y geotérmica, y para octubre del 2016 por alrededor de tres meses, Costa Rica consiguió el estupendo record que mantuvo el país iluminado en un 100% con energía limpia.

Por lo anterior es que la fundación que creó el ex vicepresidente de los EE.UU., Al Gore, reconoció a Nicaragua y Costa Rica, conjuntamente con Suecia, como los tres países que están marcando la ruta a seguir en el campo de las energías renovables.

Al mismo tiempo si seguimos la prensa internacional vemos que los grandes protagonistas del mercado del crudo (Exxon Mobil Corp., BP PLC, y Arabia Saudita que encabezan la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) se están enfocando cada vez más en diversificarse y están invirtiendo en petroquímicos, extracción de gas natural e incursionando en energías alternativas como la solar. De hecho, el mayor productor de petróleo del mundo, Saudí Aramco, está instalando energía solar en muchas de sus plantas.

Las estadísticas reportan que en el 2015, por primera vez en la historia, la inversión total en energía renovable en países en desarrollo superó a la de las economías desarrolladas, con un incremento de un 19% más en comparación con el 2014.

Este crecimiento del sector de la energía renovable tiene implicaciones positivas que van mas allá incluso del tema medioambiental y las cifras; muestran que los cambios han significado un aumento de un 5% en el área laboral, elevándose a 8,1 millones los puestos de trabajo, tanto indirectos como directos. Estas cifras según análisis de la Agencia Internacional de Agencias Renovables, significa más empleo que los que generan los sectores de gas, carbón y petróleo combinados.

También, Citigroup en recientes informes señala que, aunque el petróleo está barato, y existe abundante oferta de gas natural licuado (GNL), estas alternativas están perdiendo terreno frente a las energías renovables. Igualmente, citan en los reportes que grandes empresas de Estados Unidos, como Dow Chemical, por citar alguna, está apostando a la energía fotovoltaica y eólica en vez de gas en sus plantas de Texas.

Estos datos y muchos más disponibles deberían ser tomados en cuenta en nuestro país para revisar la política en torno al sector de las energías renovables y para establecer un plan de acción, claro y decidido, que permita disminuir la histórica dependencia de combustibles fósiles y cumplir con las metas trazadas por la Cumbre Mundial del Clima en Paris. Hay que tener en consideración que la matriz energética de la Republica Dominicana solo un 12% proviene de energía renovable y el compromiso esbozado para el 2025 es llevar la cobertura basada en este tipo de energía a un 25%.

A todas luces la meta de Republica Dominicana en materia de energía limpia, distan mucho del 90% que se ha planteado Nicaragua y de los logros Costa Rica, pero, aunque sean modestas nuestras aspiraciones, incluso para que se logre ese 25% es imperativo efectuar reformas necesarias, pues con la normativa actual no va a ser posible realizar la transición a un sistema de energía sostenible.

Los ejemplos están ahí y muestran que lo que una vez se consideró una utopía es realizable. Las pruebas indican que si es posible lograr una matriz energética que dependa mayoritariamente de energía limpia y que si damos los pasos necesarios se podría conseguir que en un futuro las fuentes de energía sean “más verde que negra”.[:en]

For many years, saying that a country can be run on energy from clean sources such as the sun, wind or water, was considered a fantasy.

However, facts show that regardless of how unbelievable it may seem the idea is not absurd and there are more and more examples and evidence of countries, like Nicaragua that was facing an energy crisis as recently as 2007, but by taking effective steps succeeded in producing 52% of the electricity consumed by the country from renewable sources by 2016. Even more impressive than this success is the goal the Nicaraguans have set to up this percentage to 90% by 2020.

On the other hand Costa Rica, a country that maintains a statist regime in the matter of energy, has become another model and by the end of 2016 was producing around 90% of its energy without relying on hydrocarbon power plants. Around 74% of the electrical grid there comes from hydroelectric plants (mostly state owned) and the rest comes from wind, solar and geothermal energy and by October 2016 for about 3 months Costa Rica hit the amazing record of keeping the country lit on 100% clean energy.

This is why former US Vice President Al Gore acknowledged Nicaragua and Costa Rica, along with Sweden, as the three pioneer countries to follow in the field of renewable energies.

At the same time, if we follow international news we see how the principal role players in the crude oil market (Exxon Mobil Corp., BP PLC and Saudi Arabia which heads OPEC (Organization of Petroleum Exporting Countries) are focusing more and more on diversifying and are investing in petrochemicals, natural gas extraction and dabbling in alternative energy, such as solar energy. In fact, Saudi Arabia, the biggest producer of petroleum in the world, is installing solar energy in many of its plants.

Statistics say that in 2015, for the first time in history, the total investment in renewable energy in developing countries exceeded that of developed countries, increasing by 19% compared to 2014.

This growth in the renewable energy sector has positive repercussions that go even beyond the topic of the environment and figures show that these changes have meant a 5% increase in employment, bringing the number of direct and indirect jobs up to 8.1 million. According to the International Agency for Renewable Agencies, these figures mean more jobs than those created by the gas, coal and oil industries combined.

Furthermore, recent reports by Citigroup highlight say that, although oil is cheap and there is an abundant stock of liquefied natural gas (LNG), these alternatives are losing ground to renewable energies. The reports also say that large US companies, such as Dow Chemical, to mention just one, are placing their bets on photovoltaic and wind energy instead of the gas in their Texas plants.

These, and other available data, should be taken into account in our country when reviewing the policies surrounding the renewable energy sector and devising a clear decisive plan of action that will wean us off the historical dependency we have of fossil fuels and fulfill the goals set by the Global Climate Summit in Paris. We must consider that only 12% of the Dominican Republic´s electrical grid comes from renewable energy and the commitment drafted for 2025 is to bring that coverage up to 25%.

Clearly Dominican Republic´s goals in terms of clean energy are a far cry from 90% set out by Nicaragua or Costa Rica´s outright success, but, even if our aspirations are modest, just to reach 25% calls for reforms, because with current legislation the transition to a sustainable energy system is impossible.

The examples are there and go to show that what was once considered utopia is in fact doable. Evidence shows that an electrical grid based mainly on clean energy is feasible and that with the right steps we can ensure that future energy sources are “green rather than black”.[:]


Publicaciones Similares