Durante el año 2020, el mundo se ha enfrentado a la pandemia del covid-19 que causó el cierre temporal de la mayoría de las actividades económicas, debido a medidas de confinamiento dirigidas a contener la propagación del virus y así reducir las pérdidas de vidas humanas.

Este choque adverso de gran magnitud ha llevado a una revisión a la baja del crecimiento económico, proyectándose una variación del producto interno bruto (PIB) mundial de -5.2 % en 2020, aproximadamente ocho puntos porcentuales por debajo de la expansión de 2.4 % alcanzada en 2019, según las proyecciones más actualizadas del Banco Mundial (BM) publicadas en el actual mes de junio.

Para mitigar los efectos de la crisis provocada por el coronavirus, la mayoría de los países alrededor del mundo están aplicando medidas de estímulo económico orientadas a facilitar la expansión del gasto y a una rápida recuperación de la demanda interna, como ha recomendado desde el inicio de la presente crisis la directora del Fondo Monetario lnternacional (FMI), Kristalina Georgieva. De forma particular, República Dominicana ha adoptado un conjunto de políticas de amplio espectro para moderar el impacto económico de la pandemia, tomando en cuenta los grados de libertad que se tienen en los ámbitos monetario, fiscal y financiero.

Cabe precisar que previo a la aparición del covid-19 en el país, la economía se encontraba en una posición cíclica favorable, creciendo en torno a su nivel potencial de 5.0 % en los primeros dos meses del año. No obstante, como es de todos conocido, a mediados de marzo el Gobierno se vio precisado a implementar un conjunto de medidas preventivas ante el riesgo inminente de transmisión comunitaria del virus, como el distanciamiento social, la suspensión de operaciones en actividades no esenciales, el cierre de las fronteras por aire, mar y tierra, la implementación del toque de queda y la adopción de restricciones en el transporte público, entre otras.

Estas disposiciones, si bien han sido necesarias para preservar la salud de las personas y evitar la saturación del sistema sanitario, han afectado de forma significativa a la actividad económica provocando el cierre temporal de sectores productivos, pérdidas de empleos y el deterioro de las fuentes de ingresos de empresas y hogares.

En efecto, las cifras del Indicador Mensual de Actividad Económica reflejan el choque sin precedentes del covid-19 que ocasionó variaciones interanuales de -9.4 % en el mes de marzo y de -29.8 % en abril, la cual se prevé sea el punto más crítico de la crisis actual al igual que en la mayoría de las economías del mundo. Con estos resultados, la actividad económica en República Dominica registró una variación promedio de -7.5 %, lo que representa una marcada disminución durante el primer cuatrimestre del presente año con respecto al mismo periodo de 2019, debido fundamentalmente a la suspensión transitoria de importantes actividades económicas y al debilitamiento de la demanda externa e interna.

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Por otro lado, la disminución en los precios del petróleo y la desaceleración de la demanda agregada han incidido en que la inflación acumulada se mantenga en terreno negativo, al registrar -1.25 % durante los primeros cinco meses del año 2020. Asimismo, la inflación interanual se moderó hasta 0.99 % en el mes de mayo, continuando muy por debajo de la meta de 4.0 % ± 1.0 % del Programa Monetario, lo que otorga suficiente espacio al Banco Central de la República Dominicana (BCRD) para mantener las medidas expansivas ante el covid-19, sin poner en riesgo su mandato constitucional de preservar la estabilidad de precios.

En cuanto a las cuentas externas, estamos transitando lo que pasará a la historia como el “Gran Confinamiento” (en inglés, the Great Lockdown), un enorme choque que ha provocado una recesión a nivel global, acompañada de una disminución en los flujos comerciales y una paralización de la actividad turística (caída mundial en abril de 97 % interanual en las llegadas internacionales de acuerdo a la Organización Mundial del Turismo), restringiendo considerablemente la disponibilidad de divisas en países como República Dominicana.

En efecto, las actividades vinculadas al sector externo como el turismo, remesas, exportaciones e inversión extranjera directa en nuestro país se han visto sensiblemente afectadas, no obstante la compensación parcial por la reducción en la factura petrolera y el incremento en el valor del oro como activo de refugio.

Esta disminución en la oferta habitual de divisas se ha combinado con un aumento notable de la demanda de dólares producto de expectativas exacerbadas ante la incertidumbre internacional y el ciclo electoral doméstico, generando presiones sobre el tipo de cambio. Para tener una mejor idea del impacto de esta situación sobre el mercado cambiario, basta señalar que en lo que va del año más de trescientas empresas e instituciones han incrementado sus compras de divisas en más de un 50 % con respecto a lo observado en igual periodo de 2019, de acuerdo a las estadísticas del BCRD.

Para enfrentar estas presiones cambiarias, el BCRD ha suplido el descalce de las actividades generadoras de divisas, vale decir que la institución ha tenido que compensar el menor flujo de dólares a través de intervenciones cambiarias por unos US$3,300 millones desde inicios del año 2020. Esta reacción proactiva del BCRD ha permitido mantener la estabilidad relativa del tipo de cambio y evitar que movimientos bruscos de la moneda afecten el buen funcionamiento de la economía.

Resulta importante puntualizar que, al analizar el comportamiento del mercado cambiario, debemos tener cuidado en enfocarnos exclusivamente en la tasa de cambio nominal, que en las últimas décadas ha presentado una tendencia positiva y que como todo precio nominal exhibe fluctuaciones en el tiempo. Para dimensionar las presiones cambiarias lo correcto es hacer el análisis en términos de variaciones relativas y no de niveles, observando que no ocurran episodios de volatilidad excesiva que afecten las decisiones de consumo e inversión de los agentes y la estabilidad macroeconómica.

En ese sentido, cabe destacar que la depreciación del peso dominicano en lo que va del año es de 9.0 %, muy inferior a la experimentada por las principales monedas de la región latinoamericana como Brasil, Argentina, México y Colombia, así como de las mayores economías emergentes en el mismo periodo.

Asimismo, se debe precisar que, la variación del tipo de cambio en esta pandemia se ha mantenido relativamente controlada, encontrándose muy por debajo de lo observado en los grandes episodios de inestabilidad que ha vivido el país, como los ocurridos a principios de la década de los noventa y durante la crisis bancaria de 2003-2004. Recordemos que en este último episodio se registró una variación interanual del tipo de cambio de 174.6 % en el momento más crítico de la crisis.

No es la primera vez que enfrentamos presiones cambiarias por choques de carácter transitorio. Como en otras ocasiones, el Banco Central se compromete a manejar estas situaciones adversas de manera prudente y con el debido cuidado para evitar que sea afectada la estabilidad macroeconómica. Se espera que, una vez cesen los factores de incertidumbre tanto externos como internos y se reactiven en un futuro cercano las actividades generadoras de divisas, las condiciones cambiarias se regularicen, preservándose el largo periodo de estabilidad que hemos logrado desde 2005 hasta la fecha.

Como Gobernador del Banco Central, me siento en la obligación de advertir a aquellos agentes económicos que, por la alta incertidumbre coyuntural, han querido hacer una apuesta arriesgada contra el peso dominicano, dolarizando sus ahorros y duplicando sus compras de divisas, que pueden perder su dinero una vez se haya retornado a la normalidad y encontrarse con un resultado contrario al que esperaban. Como un reflejo del comportamiento reciente de los depósitos en moneda extranjera en el sistema financiero, la banca múltiple cuenta en la actualidad con unos US$2,500 millones distribuidos entre sus depósitos en el extranjero y sus excedentes de encaje legal en el BCRD.

Estamos conscientes y es una realidad, que los agentes económicos confieren un seguimiento especial a la tasa de cambio por su relevancia para la estabilidad macroeconómica y para preservar el poder adquisitivo de la población. Por eso, la estabilidad relativa del tipo de cambio es innegociable y constituye una alta prioridad para la política monetaria que diseña y ejecuta el Banco Central.

En ese sentido, se ha aprendido la lección de crisis anteriores sobre la importancia para el país de contar con niveles adecuados de reservas internacionales, pues en las actuales circunstancias la alta disponibilidad de estos recursos ha permitido mantener la estabilidad relativa del mercado cambiario y continuar apoyando a que los agentes económicos cumplan con sus compromisos prioritarios en moneda extranjera, mientras mejora gradualmente el flujo de dólares a la economía. Se debe puntualizar que, previo a la crisis, las reservas internacionales estaban en niveles históricos superando el 10 % del PIB, métrica recomendada por el FMI, indicando que el país nunca había estado mejor preparado para enfrentar los efectos cambiarios de una crisis como en este momento.

Adicionalmente, el covid-19 ha afectado de forma severa a las finanzas públicas, debido a una caída de los ingresos fiscales por la ralentización económica y por las facilidades de alivio tributario a los agentes económicos privados, así como al incremento del gasto público asociado a programas sociales orientados a preservar el empleo y a medidas sanitaras y de provisión de medicamentos para combatir la pandemia. En ese sentido, se proyecta que el balance del Gobierno Central pasaría de -2.2 % del PIB en el presupuesto original a -5.0 % del PIB, de acuerdo a las estimaciones actualizadas contenidas en la modificación presupuestaria sometida al Congreso Nacional.

¿Cómo el BCRD ha enfrentado los retos de la pandemia en el caso dominicano?

Ante la realidad del choque del coronavirus, el BCRD implementó de forma oportuna medidas monetarias expansivas orientadas a la provisión de liquidez a bajas tasas de interés en beneficio y apoyo a los sectores productivos y a los hogares a fin de mitigar el impacto de la crisis, como lo han venido haciendo de forma sincronizada los bancos centrales alrededor del mundo.

En particular, se pusieron a disposición de los agentes económicos, mipymes y hogares unos RD$120 mil millones (equivalente a aproximadamente 3 % del PIB) mediante distintas facilidades, como reportos y liberación de encaje legal, de los cuales ya han sido canalizados a los sectores productivos y los hogares unos RD$76 mil millones, que contribuirán a una rápida mejoría de la demanda interna en los próximos trimestres tan pronto se disipe el impacto de la pandemia y se normalice el aparato productivo nacional. En adición, se tomaron medidas de provisión de liquidez en moneda extranjera por unos US$622 millones, a través de reducción de encaje legal y de operaciones de reportos en dólares.

Vale la pena mencionar que se ha creado una facilidad de financiamiento para los sectores turismo, exportación, construcción y manufactura por unos RD$20 mil millones a ser canalizados por las entidades de intermediación financiera.

Asimismo, se han destinado más de RD$20 mil millones para el financiamiento de las mipymes, de los cuales RD$15 mil millones están siendo gestionados por el Banco de Reservas que ha actuado como agente financiero y unos RD$5,681 millones a través de liberación del encaje legal para todas las entidades de intermediación financiera.

Todas estas facilidades de financiamiento están siendo canalizadas a tasas de interés no mayores de 8 % anual, por un período de al menos 3 años y con un tratamiento regulatorio especial estableciendo clasificación de riesgo A, cero por ciento de provisiones y con una ponderación de cero riesgo en el cálculo del índice de solvencia.

Los sectores que han sido beneficiados con las facilidades de financiamiento a mediano plazo implementadas por el BCRD han sido Comercio (RD$8,666 millones), Manufactura (RD$5,679 millones), Exportación (RD$4,149 millones), Mipymes (RD$4,117 millones), Agropecuario (RD$2,798 millones) y Construcción (RD$1,874 millones), actividades de alta incidencia en la economía dominicana.

Asimismo, la Junta Monetaria autorizó una amplia flexibilización de las normas regulatorias de forma temporal para mitigar el impacto sobre el sistema financiero y la calidad de la cartera de crédito, mediante el congelamiento de la clasificación crediticia de los deudores y de las provisiones correspondientes, la facilitación de las reestructuraciones de crédito y no considerar vencidas las líneas de crédito de corto plazo.

Es importante resaltar que, la reducción de la tasa de interés de política monetaria de 100 puntos básicos (pasando de 4.50 % a 3.50 %) y las medidas de flexibilización monetaria que acompañaron a esta decisión, se han reflejado en una disminución considerable de las tasas de interés activas de la banca múltiple en más de 250 puntos básicos, al pasar de 13.3 % en marzo a 10.7 % en mayo.

En efecto, los recursos facilitados por el BCRD se están canalizando a una velocidad mayor que en todas las ocasiones anteriores en que se han empleado estos instrumentos, incrementándose los préstamos al sector privado en moneda nacional en 14.0 % interanual y los préstamos privados totales, que incluyen el crédito en moneda local y extranjera, en 14.6 % al cierre de mayo 2020. Se debe resaltar que, de las medidas aprobadas por la Junta Monetaria y el BCRD, quedan pendientes de colocar unos RD$44 mil millones y más de US$500 millones, lo que indica que los agentes económicos cuentan con suficientes recursos para enfrentar la compleja situación actual y contribuir a una dinamización de la demanda interna en el corto plazo.

¿Cuáles son las perspectivas en lo adelante?

Un aspecto crucial para las perspectivas domésticas es el comportamiento de la economía de los Estados Unidos de América (EUA), principal socio comercial de República Dominicana. En ese sentido, esta economía registró un crecimiento en el primer trimestre de 2020 de 0.2 % en términos interanuales y se proyecta una contracción sin precedentes en el trimestre abril-junio, para luego dar inicio a un repunte en la segunda mitad del año. Para el cierre del 2020, la Reserva Federal recientemente proyectó una caída del crecimiento en EUA de 6.5 % y una expansión de 5.0 % en 2021.

Una noticia positiva en el marco de la situación compleja de EUA, es que su tasa de desempleo se redujo de 14.7 % en abril del presente año a 13.3 % en mayo 2020, considerablemente inferior al 19.0 % que esperaban los analistas financieros.

Otra muestra de que esta economía está dando señales de recuperación son las ventas minoristas que registraron un incremento récord de 17.7 % en el mes de mayo. Estas evidencias, junto al hecho de que no se vislumbra un incremento en la tasa de interés de la Reserva Federal hasta 2022, podrían indicar un dinamismo mayor de lo previsto de esta economía. Cabe destacar que el potencial repunte estadounidense es de alta relevancia para la RD, ya que de ese país provienen alrededor del 80 % de las remesas y aproximadamente un 40 % de los turistas que nos visitan cada año, además de ser el principal destino de exportaciones dominicanas.

Como una consecuencia de la mejoría en el mercado laboral de EUA, los ingresos por remesas en RD aumentaron de forma interanual en 17.9 % durante el mes de mayo, revirtiendo la tendencia negativa de los meses de marzo y abril. Solo en el mes de mayo, los dominicanos de la diáspora enviaron al país unos US$ 638.7 millones, casi el doble de las remesas recibidas en abril, acumulándose unos US$2,737 millones durante los primeros cinco meses del año.

En adición, más de 500 empresas de zonas francas han reiniciado operaciones (alrededor del 80 % del total), lo cual favorecerá al mercado cambiario y al empleo. Igualmente, contribuirá de manera positiva la inversión extranjera directa (IED) con la reactivación de proyectos de construcción en el área hotelera. Cabe recordar que la IED estaba mostrando un buen desempeño previo al covid-19, alcanzando unos US$758 millones en el primer trimestre del año.

Estos elementos del sector externo, junto al dinamismo del crédito privado, contribuirán a que la economía dominicana retorne en el corto plazo a los niveles de expansión registrados previo a la pandemia, lo que le permitiría cerrar el 2020 en torno a un crecimiento neutral (0.0 %). En todo caso, los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, CEPAL) han coincidido en pronosticar que la economía dominicana sería una de las menos impactadas por el covid-19 en América Latina. En ese tenor, debemos tomar en cuenta que la probada resiliencia de la economía dominicana para superar de forma exitosa choques adversos le facilitarían una recuperación más acelerada que el resto de los países de la región.

Estoy convencido de que, en esta ocasión, el repunte de la economía dominicana será rápido, siempre que logremos cumplir con las medidas oficiales que procuran mitigar el problema sanitario y nos ajustemos al protocolo definido por el gobierno y los sectores productivos para el desarrollo de la actividad económica. De esta forma, evitaremos una segunda ola de contagios e incrementaremos significativamente la probabilidad de retornar gradual, pero firmemente, a nuestro potencial de crecimiento para 2021.

Desde el Banco Central de la República Dominicana consideramos que, a pesar de la crisis, los fundamentos de la economía dominicana permanecen fuertes y jugarán un rol de primera línea para retomar el camino del crecimiento con estabilidad. Reiteramos, además, que la ausencia de presiones inflacionarias en la coyuntura actual otorga a la institución monetaria el espacio y los grados de libertad necesarios para mantener las condiciones de flexibilización monetaria en el mediano plazo. Esto, conjuntamente con las medidas de estímulo fiscal que se están aplicando, permitirá que el país pueda continuar su trayectoria de crecimiento sostenido y baja inflación, preservando la estabilidad macroeconómica.

En lo personal, y como Gobernador del Banco Central, tengo la convicción de que en estos momentos complejos que atraviesa nuestra nación, debemos poner todos de nuestra parte para desterrar el pesimismo histórico que ha estado presente en el pensamiento dominicano, como bien lo reflejan las obras de los escritores José Ramón López, Américo Lugo, Francisco Henríquez y Carvajal y Federico García Godoy, entre otros. Se requiere de buena voluntad y de una decisión firme para enfrentar los retos que tenemos por delante, unidos todos, sector público y privado, con una meta común de superar la crisis y retomar el camino del desarrollo. Debemos apostar al futuro con optimismo, dando prioridad al empleo y a los ingresos de la población, tratando siempre de mejorar el bienestar de la sociedad. Este es nuestro objetivo y compromiso.[:en]During the year 2020, the world has faced the COVID-19 pandemic that caused the temporary closure of most economic activities, due to confinement measures aimed at containing the spread of the virus and thus reducing the loss of human life.

This large-scale adverse shock has led to a downward revision of economic growth, with a projection for a variation of the world gross domestic product (GDP) of -5.2% in 2020, approximately eight percentage points below the expansion of 2.4% reached in 2019, according to the most updated projections of the World Bank (WB) published in the current month of June.

To mitigate the effects of the coronavirus crisis, most countries around the world are applying economic stimulus measures aimed at facilitating the expansion of spending and a rapid recovery in domestic demand, as it has recommended since the beginning of the present crisis the director of the International Monetary Fund (IMF), Kristalina Georgieva. In particular, the Dominican Republic has adopted a set of broad-spectrum policies to moderate the economic impact of the pandemic, considering the degrees of freedom in the monetary, fiscal, and financial spheres.

It should be noted that prior to the appearance of COVID-19 in the country, the economy was in a favorable cyclical position, growing around its potential level of 5.0% in the first two months of the year. However, as everyone knows, in mid-March the Government was forced to implement a set of preventive measures in the face of the imminent risk of community transmission of the virus, such as social distancing, the suspension of operations in non-essential activities, the closure of borders by air, sea and land, the implementation of the curfew and the adoption of restrictions on public transport, among others.

Although these provisions have been necessary to preserve people’s health and avoid saturation of the health system, they have significantly affected economic activity, causing the temporary closure of productive sectors, job losses, and the deterioration of sources of business and household income.

Indeed, the figures of the Monthly Economic Activity Indicator reflect the unprecedented shock of the COVID-19 that caused year-on-year changes of -9.4% in the month of March and -29.8% in April, which is expected to be the most critical point of the current crisis as in most of the world’s economies. With these results, economic activity in the Dominican Republic registered an average variation of -7.5%, which represents a marked decrease during the first four months of this year compared to the same period in 2019, mainly due to the temporary suspension of important economic activities and the weakening of external and internal demand.

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On the other hand, the decrease in oil prices and the slowdown in aggregate demand have meant that accumulated inflation remains in negative territory, registering -1.25% during the first five months of 2020. Likewise, year-on-year inflation moderated to 0.99% in May, continuing well below the target of 4.0% ± 1.0% of the Monetary Program, which gives the Central Bank of the Dominican Republic (BCRD) enough space to maintain the expansionary measures in the face of the COVID-19, without jeopardizing its constitutional mandate to preserve price stability.

Regarding external accounts, we are going through what will go down in history as the “Great Confinement” (the Great Lockdown), a huge shock that has caused a global recession, accompanied by a decrease in trade flows and a STOP of tourist activity (global drop in April of 97% year-on-year in international arrivals according to the World Tourism Organization), considerably restricting the availability of foreign currency in countries such as the Dominican Republic.

In effect, activities related to the external sector such as tourism, remittances, exports, and foreign direct investment in our country have been significantly affected, despite the partial compensation for the reduction in the oil bill and the increase in the value of gold as refuge asset.

This decrease in the usual supply of foreign currency has been combined with a notable increase in the demand for dollars as a result of exacerbated expectations in the face of international uncertainty and the domestic electoral cycle, generating pressures on the exchange rate. To get a better idea of the impact of this situation on the exchange market, it is enough to point out that so far this year more than three hundred companies and institutions have increased their foreign exchange purchases by more than 50% compared to what was observed in the same period of 2019, according to BCRD statistics.

To face these exchange pressures, the BCRD has supplied the mismatch of foreign exchange generating activities, that is, the institution has had to compensate for the lower flow of dollars through exchange rate interventions of some US$3,300 million since the beginning of the year 2020. This proactive reaction of the BCRD has made it possible to maintain the relative stability of the exchange rate and prevent sudden movements of the currency from affecting the proper functioning of the economy.

It is important to point out that, when analyzing the behavior of the exchange market, we must be careful to focus exclusively on the nominal exchange rate, which in recent decades has presented a positive trend and that, like all nominal prices, fluctuates over time. In order to measure the exchange pressures, the correct thing is to do the analysis in terms of relative variations and not of levels, observing that episodes of excessive volatility do not occur, that affect the consumption and investment decisions of the agents and macroeconomic stability.

In this sense, it should be noted that the depreciation of the Dominican peso so far this year is 9.0%, much lower than that experienced by the main currencies of the Latin American region such as Brazil, Argentina, Mexico and Colombia, as well as the largest emerging economies in the same period.

Likewise, it should be pointed out that the exchange rate variation in this pandemic has remained relatively controlled, being well below that observed in the great episodes of instability that the country has experienced, such as those that occurred in the early 1990s and during the banking crisis of 2003-2004. Recall that in this last episode there was a year-on-year change in the exchange rate of 174.6% at the most critical moment of the crisis.

It is not the first time that we face exchange pressures due to temporary shocks. As on other occasions, the Central Bank undertakes to handle these adverse situations prudently and with due care to avoid affecting macroeconomic stability. It is expected that, once the external and internal uncertainty factors cease and the activities generating foreign currency are reactivated in the near future, the exchange conditions will be regularized, preserving the long period of stability that we have achieved from 2005 to this date.

As Governor of the Central Bank, I feel obliged to warn those economic agents who, due to the high conjunctural uncertainty, have wanted to make a risky bet against the Dominican peso, dollarizing their savings and doubling their purchases of foreign currency, that they may lose their money once it has returned to normal and find a result contrary to what they expected. As a reflection of the recent behavior of foreign currency deposits in the financial system, multiple banks currently have some US$2.5 billion distributed among their deposits abroad and their surplus legal reserves in the BCRD.

We are aware, and it is a reality, that economic agents give special monitoring to the exchange rate due to its relevance for macroeconomic stability and to preserve the purchasing power of the population. Therefore, the relative stability of the exchange rate is non-negotiable and constitutes a high priority for the monetary policy that the Central Bank designs and executes.

In this sense, the lesson of previous crises on the importance for the country of having adequate levels of international reserves has been learned, since in the current circumstances the high availability of these resources has allowed maintaining the relative stability of the foreign exchange market and continuing to support for economic agents to fulfill their priority commitments in foreign currency, while gradually improving the flow of dollars to the economy. It should be pointed out that, prior to the crisis, international reserves were at historical levels exceeding 10% of GDP, a metric recommended by the IMF, indicating that the country had never been better prepared to face the currency effects of a crisis like this one.

Additionally, the COVID-19 has severely affected public finances, due to a fall in tax revenues due to the economic slowdown and the tax relief facilities for private economic agents, as well as the increase in public spending associated with social programs aimed at preserving employment and health measures and the provision of medicines to combat the pandemic. In this sense, it is projected that the balance of the Central Government would go from -2.2% of GDP in the original budget to -5.0% of GDP, according to the updated estimates contained in the budget modification submitted to the National Congress.

How has the BCRD faced the challenges of the pandemic in the Dominican case?

Given the reality of the coronavirus shock, the BCRD implemented in a timely manner expansive monetary measures aimed at providing liquidity at low-interest rates to benefit and support the productive sectors and households in order to mitigate the impact of the crisis, such as Central banks around the world have been doing this synchronously.

In particular, RD$120 billion (equivalent to approximately 3% of GDP) was made available to economic agents, MSMEs, and households through various facilities, such as repurchase agreements and the release of legal reserve requirements, of which have already been channeled to productive sectors and households some RD$76 billion, which will contribute to a rapid improvement in domestic demand in the coming quarters as soon as the impact of the pandemic dissipates and the national productive apparatus normalizes. In addition, liquidity provision measures were taken in foreign currency for some US$622 million, through reduction of legal reserve requirements and repo operations in dollars.

It is worth mentioning that a financing facility for the tourism, export, construction, and manufacturing sectors has been created for some RD$20 billion to be channeled by financial intermediation entities.
Likewise, more than RD$20 billion have been earmarked for financing MSMEs, of which RD$15 billion are being managed by the Reserve Bank, which has acted as financial agent, and some RD$5,681 million through the release of legal reserve requirements for all financial intermediation entities.

All these financing facilities are being channeled at interest rates of no more than 8% per year, for a period of at least 3 years and with special regulatory treatment establishing risk classification A, zero percent of provisions and with a weight of zero risks in calculating the solvency index.

The sectors that have benefited from the medium-term financing facilities implemented by the BCRD have been Commerce (RD$8,666 million), Manufacturing (RD$5,679 million), Export (RD$4,149 million), MSMEs (RD$4,117 million), Agriculture (RD$2,798 million) and Construction (RD$1,874 million), activities of high incidence in the Dominican economy.

Likewise, the Monetary Board authorized a broad relaxation of regulatory standards on a temporary basis to mitigate the impact on the financial system and the quality of the credit portfolio, by freezing the credit rating of debtors and the corresponding provisions, the facilitation of credit restructuring and not considering short-term lines of credit as past due.

It is important to highlight that the reduction in the monetary policy interest rate of 100 basic points (going from 4.50% to 3.50%) and the monetary easing measures that accompanied this decision have been reflected in a considerable decrease in rates active interest of multiple banks at more than 250 basis points, going from 13.3% in March to 10.7% in May.

Indeed, the resources provided by the BCRD are channeling at a faster rate than on all previous occasions when these instruments have been used, increasing loans to the private sector in national currency by 14.0% year-on-year and total private loans, which they include credit in local and foreign currency, at 14.6% at the end of May 2020. It should be noted that, of the measures approved by the Monetary Board and the BCRD, some RD$44 billion and more than US$500 million are pending placement, indicating that economic agents have sufficient resources to face the current complex situation and contribute to a boost in the domestic demand in the short term.

What are the prospects going forward?

A crucial aspect of domestic prospects is the behavior of the economy of the United States of America (USA), the Dominican Republic’s main trading partner. In this sense, this economy registered a growth in the first quarter of 2020 of 0.2% in year-on-year terms, and an unprecedented contraction is projected in the April-June quarter, to then start a rebound in the second half of the year. By the end of 2020, the Federal Reserve recently projected a 6.5% decline in US growth and a 5.0% expansion in 2021.

The positive news in the context of the complex situation in the US is that its unemployment rate fell from 14.7% in April of this year to 13.3% in May 2020, considerably lower than the 19.0% expected by financial analysts.

Another sign that this economy is showing signs of recovery is retail sales, which recorded a record increase of 17.7% in May. This evidences, together with the fact that an increase in the interest rate of the Federal Reserve is not envisioned until 2022, could indicate a greater dynamism than expected in this economy. It should be noted that the potential US upturn is highly relevant for the DR, since about 80% of remittances and approximately 40% of tourists who visit us every year come from that country, in addition to being the main Dominican export destination.

As a consequence of the improvement in the US labor market, remittance income in the DR increased year-on-year by 17.9% during the month of May, reversing the negative trend in the months of March and April. In the month of May alone, Dominicans in the diaspora sent some US$638.7 million to the country, almost double the remittances received in April, accumulating some US$2,737 million during the first five months of the year.

In addition, more than 500 free zone companies have restarted operations (around 80% of the total), which will favor the foreign exchange market and employment. Likewise, foreign direct investment (FDI) will contribute positively to the revival of construction projects in the hotel area. It should be remembered that FDI was showing a good performance before COVID-19, reaching some US$758 million in the first quarter of the year.

These elements of the external sector, together with the dynamism of private credit, will help the Dominican economy return in the short term to the levels of expansion recorded prior to the pandemic, which would allow it to close 2020 around neutral growth (0.0%). In any case, international organizations (IMF, World Bank, ECLAC) have agreed to forecast that the Dominican economy would be one of the least impacted by COVID-19 in Latin America. In this sense, we must take into account that the proven resilience of the Dominican economy to successfully overcome adverse shocks would facilitate a faster recovery than the rest of the countries in the region.

I am convinced that, on this occasion, the rebound of the Dominican economy will be rapid, provided that we succeed in complying with the official measures that seek to mitigate the health problem and comply with the protocol defined by the government and the productive sectors for the development of the economic activity. In this way, we will avoid a second wave of contagion and significantly increase the probability of gradually but firmly returning to our growth potential by 2021.

From the Central Bank of the Dominican Republic we consider that, despite the crisis, the foundations of the Dominican economy remain strong and will play a leading role in taking the path of growth with stability. We also reiterate that the absence of inflationary pressures at the current juncture gives the monetary institution the space and degrees of freedom necessary to maintain the conditions of monetary easing in the medium term. This, together with the fiscal stimulus measures that are being applied, will allow the country to continue its trajectory of sustained growth and low inflation, preserving macroeconomic stability.

Personally, and as Governor of the Central Bank, I am convinced that in these complex moments that our nation is going through, we must all do our part to banish the historical pessimism that has been present in Dominican thought, as well reflected by the works of the writers José Ramón López, Américo Lugo, Francisco Henríquez y Carvajal, and Federico García Godoy, among others. Goodwill and a firm decision are required to face the challenges that lie ahead, all united, public, and private sectors, with a common goal of overcoming the crisis and retaking the path of development. We must bet on the future with optimism, giving priority to the employment and income of the population, always trying to improve the well-being of society. This is our objective and commitment.

By Héctor Valdez Albizu, Governor of the Central Bank

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