El vertedero de Duquesa, con más de tres décadas de operación, recibe diariamente cerca de 4,000 toneladas de basura de todo tipo, desde los residuos orgánicos que producimos en nuestros hogares, hasta residuos hospitalarios, peligrosos, entre otros.
Desde el pasado martes, el Vertedero de Duquesa arde, y las llamas ya se han salido de los límites del mismo, ubicándose, inclusive, en distintos focos. Aunque las autoridades han manifestado que el fuego “está controlado”, está claro que esta crisis, que no es la primera de este tipo, amerita de medidas extremas para salvaguardar la salud de todos, que es la prioridad, sobretodo en medio de la pandemia que nos afecta en estos momentos.
No es la primera vez que esto ocurre, hace justamente dos años se produjo una situación similar a la de los días pasados, que en aquella ocasión se mermó por los esfuerzos de las brigadas de la Fuerza Aérea que sobrevolaron el área con helicópteros cisterna para sofocar las llamas, además del vertido de caliche y arena. Más aún, desde años estos incendios suelen ocurrir en esta época del año, en principio, en razón de que el calor y la temporada de sequía inician en el mes de abril y el gas de vertedero (LFG), un gas producto de la descomposición de material orgánico en los vertederos, se mezclan cual fuego y gasolina; sin embargo, este episodio y el de dos años atrás han sobrepasado todo pronóstico.
Ya que esta no es una situación del todo impredecible y que se conocen de los riesgos y del impacto negativo que tiene Duquesa para la salud y el medio ambiente, el pasado mes de enero el Presidente de la República emitió el Decreto 21-20, mediante el cual crea la Comisión Presidencial para la Reestructuración del Vertedero a Cielo Abierto de Duquesa, integrada por 15 instituciones. Esta comisión tiene como fin coordinar e implementar tres acciones principales: (i) rehabilitar el lugar donde opera el vertedero, (ii) cerrar eventualmente el mismo y (iii) planificar la construcción de un relleno sanitario. Con el cierre técnico del vertedero de Duquesa y la construcción de un relleno sanitario, se descontinuará el depósito de basura a cielo abierto, reduciendo así de manera significativa los efectos negativos sobre la salud y el medio ambiente, además de que los lixiviados no seguirán contaminando nuestros subsuelos y por consiguiente, nuestras fuentes de agua.
Y es que las obligaciones que hemos asumido en virtud de convenios de carácter internacional como lo es el Acuerdo de París, que procuran acciones para reducir y mitigar los efectos del cambio climático, no se corresponde con que a la fecha solo tengamos vertederos a cielo abierto. Además, la correcta gestión de los residuos constituye un paso imprescindible para cumplir en el 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con los cuales nos hemos comprometido.
Una gran parte de los residuos urbanos producidos en América Latina y el Caribe todavía terminan en vertederos a cielo abierto, situación que provoca contaminación del suelo, el agua y el aire, afectando gravemente la salud de las personas. Estos vertederos resultan un gran foco de contaminación y provocan múltiples enfermedades epidémicas y respiratorias, e inclusive, malformaciones congénitas y alteraciones neuroconductuales.
A esto sumarle que cuando se produce un incendio en un vertedero a cielo abierto, y este no logra controlarse, como sucede actualmente, el humo, compuesto de gases y micropartículas, puede provocar serios daños a la salud del ser humano y el medio ambiente.
Ahora bien, hablemos de responsabilidades, hablemos del rol de las autoridades de salvaguardar la salud de todos (Derecho a la Salud), de su obligación de adoptar acciones expeditas y oportunas para que crisis como esta y como la de dos años atrás no se repitan (Derecho a la Buena Administración Pública), ya que no basta con detener el fuego inmediato y que esto se repita una y otra vez. Y es que aunque los trabajos de la Comisión Presidencial para la Reestructuración del Vertedero a Cielo Abierto de Duquesa se encuentren detenidos por la emergencia sanitaria por el coronavirus, según ha informado Presidencia, las responsabilidades de la administración pública no se detienen por la declaratoria de estado de excepción -estado de emergencia- y una situación como esta, mal manejada, puede traer consigo grandes y serias consecuencias para la salud de todos y el bienestar de nuestros recursos naturales.
El problema, si se quiere, empieza porque a la fecha no contamos con una Ley de Residuos Sólidos en el país que regule el ciclo de los desechos desde la fuente hasta su disposición y final y que, además, incentive la inversión privada para el reciclaje de residuos que pueden generar riquezas y que, en cambio, terminan amontonados en un vertedero. No existen mecanismos que incentiven, de ninguna manera, la reducción, reutilización o clasificación de los residuos desde la fuente, como tampoco un régimen de consecuencias (en ausencia de ley).
Aunque es muy pronto para saber si este incendio, que no ha logrado sofocarse aún, es causa de las altas temperaturas, de la propia combustión que generan los gases de los residuos o de manos criminales, y que en su momento la Procuraduría para la Defensa del Medio Ambiente y los Recursos Naturales debe darnos las respuestas que procuramos, es claro que esta situación amerita de atención urgente y que tras mermar el fuego, resulta vital que esta Comisión Presidencial y todos los organismos competentes tomen las acciones y e implementen las medidas adecuadas para evitar que esto vuelva a ocurrir.
Esta Comisión, más que planificar la construcción de un relleno sanitario, debería esforzarse en estructurar un plan que procure el manejo integral de los desechos, fomentando su aprovechamiento. Con la guía de una oportuna legislación, se amerita que desde la fuente, los residuos sean clasificados, previo incentivo para su reducción y reutilización. Finalmente, coordinar el engranaje para el reciclaje y aprovechamiento de ciertos residuos.
En fin, el tema de los residuos en nuestro país es complejo, lo es porque, con ciertas excepciones, el sistema actual se resume en desechar los residuos en un vertedero a cielo abierto. Lo cierto es que este escenario no puede ni debe acompañarnos por mucho tiempo, y que de manera inmediata deben adoptarse las medidas necesarias para impulsar el inminente cambio que se requiere. No esperemos que se produzca otro incendio, se apague y que con este, se olvide todo.
[:]