- Más de 16,000 millones de pesos para prevenir y atender el efecto del clima están represados en un fondo, mientras la erosión afecta las playas y el mar sala los sembradíos
- Hay baja en los rendimientos de los cultivos
“Antes de que cambiara el clima, aquí se producía mucho”, dice Juan Antonio Cruz, un productor de arroz de Nagua. Si no encendieran las bombas de agua, hoy todo sería peor. La sequía los tiene en riesgo no solo de perder las cosechas, sino también de que el mar gane espacio tierra adentro e inutilice por meses los suelos que son fértiles para la siembra.
Aunque parezca irónico, en Nagua la falta de agua desnuda el peligro de la elevación de los océanos. Cuando los ríos Boba, Nagua y Bacuí dejan de fluir con fuerza por la sequía, el agua del mar gana terreno, en ocasiones, unos dos kilómetros adentro. Con ese peligro ya nunca podrán dejar de convivir.
La oenegé Climate Central estima que la subida de las temperaturas —que en el escenario más pesimista puede ser de cuatro grados centígrados— elevaría el nivel del mar en unos 8.9 metros. Con ello, unos 60 kilómetros de esa línea costera que se extiende desde Sánchez (Samaná) hasta La Entrada (María Trinidad Sánchez) quedarían sumergidos. Samaná sería para entonces un territorio aislado del resto del país, tras quedar convertida en una isla. Punta Cana y su área de interés turístico, La Romana, San Pedro de Macorís y buena parte de Montecristi, quedarían inundados. Y no es el escenario de un futuro tan lejano que no lo vayamos a ver: sin recortar la emisión de gases, una subida del mar de esa magnitud puede ocurrir en poco más de 30 años.
Miles de millones de pesos para la prevención y atención de provincias afectadas por el cambio climático están represados en un fondo, mientras el mar sala los sembradíos y erosiona las playas, afectando los dos pilares de la economía dominicana: la agricultura y el turismo. El Bajo Yuna es la segunda región productora más importante del país de arroz y otros productos agrícolas, mientras que Punta Cana, Samaná y el eje La Romana-San Pedro generan la mayor parte del ingreso turístico que recibe el país.
República Dominicana ha pasado años entre las naciones con mayor riesgo climático del mundo, según la oenegé Germanwatch y, aunque este año salió del tope de los 10 más afectados por los embates del clima, sigue siendo muy susceptible. Los informes presentados por el gobierno indican que cerca del 40 % del territorio (unas trece provincias) presenta niveles de vulnerabilidad climática entre alta y muy alta.
Rendimientos en baja
Sin que parezca demasiado perceptible, ya los datos del Ministerio de Agricultura revelan los efectos del cambio del clima: hay una baja en los rendimientos de los cultivos en el país. En el caso del rubro más sensible al impacto climático, el arroz, el rendimiento era de 4.52 quintales por tarea al terminar 2018, tras haber registrado niveles de hasta 4.70 quintales hace apenas un par de años.
La importancia del sector agrícola trasciende al tema de la seguridad alimentaria. La actividad empleaba a 414,853 trabajadores para el segundo trimestre de este año, cerca de 10 % de la fuerza laboral, y generaba alrededor de 5 % del Producto Interno Bruto.
El director de Gestión de Riesgo y Cambio Climático del Ministerio de Agricultura, Juan Mancebo, señala que desde hace años se investigan nuevas variedades agrícolas resistentes al calentamiento global. Pero Cruz dice que las variedades de arroz más resistentes probadas en el Bajo Yuna se parten mucho en el molino. La respuesta de algunos de los productores agrícolas de Nagua ha sido sustituir la siembra de arroz por la de plátanos, batatas y papas.
La postal se desvanece
Arenas blancas, mar azul, sol casi todo el año y una hilera de palmeras y resorts a lo largo de las playas dibujan la postal perfecta del Este para el turista. El eje Bávaro-Punta Cana recibe 60 % de los visitantes que llegan al país, por lo que su importancia económica es evidente. Pero el cambio climático también pone en riesgo al paraíso caribeño tal como lo conocemos.
La línea costera del Este registra problemas de erosión e intrusión salina cada vez más evidentes, y no se han aplicado medidas. “El sector turismo no ha implantado acciones o medidas para la adaptación al cambio climático como parte de una estrategia o política definida por el mismo sector, lo cual generaría una oportunidad para reforzar y consolidar su imagen como un destino turístico sostenible”, según explica la Tercera Comunicación Nacional de República Dominicana para la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, un documento trianual que prepara el gobierno dominicano junto al PNUD. Si bien el Ministerio de Turismo anunció RD$777 millones a la regeneración de playas, no se conocen resultados del proyecto.
El turismo es la segunda actividad económica que más genera divisas al país y hasta agosto habían ingresado cerca de US$6,000 millones, según los datos del despacho turístico.
El fondo olvidado
Tras los huracanes Irma y María en 2017, el gobierno creo el Fondo Especial de Solidaridad para la Prevención y Reconstrucción en las provincias impactadas por los efectos del cambio climático, un instrumento nutrido de parte del monto importado de GLP. Diario Libre solicitó a través de Acceso a la Información datos sobre el uso del fondo, y la respuesta del Ministerio de Hacienda fue que, como desde su creación no han ocurrido desastres, “no se ha visto la necesidad de utilizar dichos recursos, por lo que el fondo está intacto”. Allí siguen represados RD$16,394.9 millones, un monto que supera el presupuesto que en 2019 recibieron 14 de los 20 ministerios del gobierno.
Fuente: Diario Libre
- More than 16,000 million pesos to prevent and address the effects of climate are stuck in a fund, while erosion affects the beaches and the sea salt affects the fields
- There is a decline in crop yields
“A lot was produced here before the weather changed,” says Juan Antonio Cruz, a rice producer from Nagua. If they didn’t turn on the water pumps, today everything would be worse. The drought has them at risk not only of losing their crops, but also that the encroaching sea makes fertile soil useless for planting for months.
Although it seems ironic, in Nagua the lack of water exposes the danger of rising sea levels. When the Boba, Nagua and Bacuí rivers stop flowing strongly because of the drought, the seawater gains ground, sometimes as much as two kilometers inland.
The NGO Climate Central estimates that the rise in temperatures – which in the most pessimistic scenario can be four degrees Celsius – would raise the sea level by about 8.9 meters. This would mean about 60 kilometers of the coastline that runs from Sánchez (Samaná) to La Entrada (María Trinidad Sánchez) would be submerged. By then, Samaná would be cut off from the rest of the country, having become an island. Punta Cana and its catchment area, La Romana, San Pedro de Macorís and much of Montecristi would be flooded. And this is not so far in the distant future: without cutting gas emissions, the sea could rise this much in just over 30 years.
Billions of pesos for the prevention and care of provinces affected by climate change are stuck in a fund, while the sea swallows the fields and erodes the beaches, affecting the two pillars of the Dominican economy: agriculture and tourism. The Bajo Yuna is the second most important producing region in the country for rice and other agricultural produce, while Punta Cana, Samaná and the La Romana-San Pedro axis generate most of the tourist revenue the country receives.
According to the NGO German Watch, for years the Dominican Republic has been among the nations with the highest climate risk in the world, and, although this year it was no longer one of the top 10 most affected by the ravages of climate, it is still very susceptible. Reports submitted by the government indicate that about 40% of the territory (some thirteen provinces) has between high and very high levels of climate vulnerability.
Low yields
Without appearing too noticeable, data from the Ministry of Agriculture reveal the effects of climate change: there is a decline in crop yields in the country. In the case of the most sensitive to climate impact, namely rice, the yield was 4.52 quintals per 0.155 acres at the end of 2018, having recorded levels of up to 4.70 quintals just a couple of years ago.
The importance of the agricultural sector transcends the issue of food security. The activity employed 414,853 workers for the second quarter of this year, about 10% of the workforce, and generated about 5% of the Gross Domestic Product.
The director of Risk Management and Climate Change of the Ministry of Agriculture, Juan Mancebo, points out that for years new agricultural varieties resistant to global warming have been investigated. But Cruz says that the toughest rice varieties tested in Bajo Yuna split a lot in the mill. The response of some of Nagua’s agricultural producers has been to replace planting rice with bananas, sweet potatoes and potatoes.
Fading postcard
White sands, blue sea, sun almost all year round and a row of palm trees and resorts along the beaches draw the perfect postcard of east DR for tourists. The Bávaro-Punta Cana axis receives 60% of visitors arriving in the country, so its economic importance is evident. But climate change also puts the Caribbean paradise at risk as we know it.
The eastern coastline registers erosion and saline intrusion problems are increasingly evident, and no measures have been applied. “The tourism sector has not implemented actions or measures to adapt to climate change as part of a strategy or policy defined by ththat sector, which would create the chance to strengthen and consolidate its image as a sustainable tourist destination,” explains the Third National Report of the Dominican Republic for the United Nations Framework Convention on Climate Change, a three-year document prepared by the Dominican government together with UNDP. Although the Ministry of Tourism announced RD $ 777 million to regenerate beaches, the results of the project are not known.
Tourism is the second economic activity that generates more foreign currency for the country and up until August about US $ 6,000 million had entered, according to data from the tourist office.
The forgotten fund
After hurricanes Irma and María in 2017, the government created the Special Solidarity Prevention and Reconstruction Fund for provinces impacted by the effects of climate change, an instrument fed by part of the amount imported from LPG. Through Access to Information Diario Libre requested data on the use of the fund, and the response of the Ministry of Finance was that, since its creation no disasters have occurred, “there has been no need to use these resources, so that the fund is intact.» RD $ 16,394.9 million are still sitting there dammed, an amount that exceeds the budget received in 2019 by 14 of the 20 government ministries.
Source: Diario Libre[:]